Cuento unas monedas que apenas llegan para tabaco dejando mi sombra secarse al sol tendida en la acera sobre la que parados se besan a los ojos unos niños de uniforme y carpetas de instituto. Su mano se decide y busca entre su pelo, le acaricia la mejilla dibujándola con los dedos. Se sonrien. Ella no sabrá si cerrar los ojos o si es que hay un momento concreto en el que él y sus labios y se deja recorrer el cuello en el que la cadena que le ha regalado. Pasa el 38 justo cuando inclina la cabeza, y ahora que se aparta el autobús y me fijo más despacio, ese gesto, esa mirada, no quisiera equivocarme pero, el pelo un poco más corto quizá. A él no le reconozco pero sé que eres tú, que sólo puedes ser tú. Cuánto habrá pasado desde que fuera a buscarte a la salida de clase y yo también quince años y cogidos de la mano parques, autobuses, los primeros cigarrillos, la primera vez que, como ahora él, te miré tan convencido y tan torpe para llenarte los labios de promesas que nunca se pudieron realizar. Cuántas veces te habré soñado despierto y me habré arrepentido de no haber querido seguir teniendo quince años, de haber cumplido otros veinte mientras tú estás igual que la última vez que nos vimos. Tengo que contártelo. Tengo que decirte que te he echado de menos todo este tiempo. Y casi con el mismo miedo de la primera vez me levanto del suelo y te llamo por tu nombre.
Me miras extrañada y casi con pánico mientras él trata de protegerte amenazando con su mano alzada al viejo borracho que se acerca farfullando. Sigo sin comprender que no me reconozcas cuando os alejais mirando cómo me quedo confuso; ese gesto, esa mirada, sólo podías ser tú o una mala broma.
ya sé que la canción es una mierda, pero el video es bonito, no?
2 comentarios:
Julio, ¿son imaginaciones mías o es que cada vez escribes mejor?
Son imaginaciones tuyas, Eduardo.
Gracias por el comentario
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