martes, 3 de abril de 2012

SIEMPRE TE IMAGINO CON TU CAMISETA DE STEVE Mc QUEEN

Sabes muy bien que me resulta imposible dar con un reloj al que le faltan las manillas, buscando unos labios abiertos a esta hora en que se balancea la humedad de los bancos de metacrilato y las sombras se desparraman por las paredes vacías, en donde tu nombre es el humo anudado a un cigarro que no me atrevo a pisotear, ni tan siquiera arrojarlo al suelo, cuando del bar otra pareja, y ya son tres, sale a lo oscuro abrazada y sedienta tomando Marqués de Nobut hacia la plaza del Senado, mientras algún barrendero recoge sus risas y las cantinelas escupidas como homicidios. Cierto que ya no necesito verbalizarlo, me basta mendigar en la memoria para desenredar, o desordenarlo aún más, el momento en el que surges, dejándote pensar, creyendo que sonríes, o soy yo que realmente ya no me acuerdo y tengo que inventar los detalles, y de pronto sentada aquí conmigo, entre las sábanas, como desprendida de un papel carbón:, la copia exacta pero no vos. A veces es aún más tarde y ya ruidos de mañana, algunos que vuelven a casa o que salen para ir a trabajar, autobuses, escucharte es más difícil y tengo que acercarme tanto que parece te fuera a besar y te asustas un poco, pero soy tan pequeño que apenas te incomoda y este es siempre el momento en el que empieza a quemar algo así como un sueño para verte de nuevo parada y luna, verano y piedra, fiebre o rutina. Siempre te imagino con tu camiseta de Steve Mc Queen.


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