El pasado jueves los empresarios españoles pidieron un paréntesis al estado para que interviniera en la economía por medio de medidas que intentaran, si no paliar, al menos frenar la crisis que ellos mismos han provocado. Hasta ahora, mientras los empresarios han ganado dinero, y en ocasiones mucho dinero, su discurso se centraba en la reducción de impuestos (lo que provocaba menos ingresos para el estado, menos escuelas, menos hospitales, menos servicios sociales) ahora que las cosas les van mal nos piden que, entre todos, aportemos el capital necesario para salvarles de la quiebra, y estimular el mercado. ¿Estimular el mercado? Rafael Reig comparaba esta actitud, ayer en Público, con la de los atracadores con rehenes. Los empresarios vienen a decir o nos daís el dinero o habrá numerosos despidos, algo que, en todos casos, ocurrirá. Les darán el dinero y habrá despidos, porque el problema no reside en el mercado sino en el mismo sistema económico. ¿Cómo hemos llegado a esta situación?
El capitalismo actual se sostiene por la compra y venta de valores que no existen físicamente, cuyo valía se les supone a priori. Cuando una persona ingresa, por ejemplo, mil euros en un banco, no en una caja de ahorros que funcionan de forma un tanto distinta, se trata de mil euros en metálico, mil euros que existen físicamente, que podemos coger con la mano, y que NO ALTERAN la cantidad total del dinero existente en la economía. Sin embargo si es el banco el que presta, por ejemplo, 200 euros, el dinero existente en la economía AUMENTA (los 200 euros en nuestro caso) El dinero físico sigue siendo el mismo (1000 euros) pero la economía cuenta con 1200 euros, mil reales, 200 en dinero bancario.
Hasta hace poco los bancos generaban ese dinero virtual para financiar actividades económicas que a su vez motivaban la producción, en la actualidad cualquier actividad es susceptible de ser financiada, desde comprar una casa hasta fichar a un delantero de fútbol, pasando, claro, por la financiación de partidos políticos. Cuanto mayor sea la deuda generada mayor beneficio y mayor demanda de generar más deuda... hasta que esa deuda se convierte en imposible de pagar. La deuda generada es desmesurada, el dinero generado es virtual NO REAL, mientras que el principio fundamental del capitalismo, el libre comercio, imposibilita una regulación estatal, ergo...
En el momento en que las deudas no se pagan las entidades de préstamo quiebran, como no pueden seguir prestando, las empresas que pedían dinero y realizaban sus actividades gracias a ellos quiebran también, los particulares que se vieron motivados por las entidades financieras a contraer sus deudas se ven embargados y sin empleo porque han quebrado las empresas en las que trabajaban, ergo...
¿Para qué sirve el dinero, dinero real, que inyecta el estado en esas entidades y evitar su quiebra? De momento, para mantener el mismo sitema. No se están planteando iniciativas distintas a las ya conocidas, y sin embargo...
¿Estamos asistiendo a los momentos finales de un sistema económico? Ojalá. Escucho voces que ya comparan esta crisis con lo que supuso la caída del Muro de Berlín para los regímenes de corte soviético, escucho a reputados analistas hablar del fin del capitalismo, atónitos comprobamos el intervencionismo del presidente Bush, como si fuera el presidente de los Estados Socialistas de América, realmente, ¿ha llegado el momento de cambiar de sistema?
La importacia de estudiar Historia.
Con escasas variantes esta es la misma crisis de los años treinta, esperemos que no degenere en el nacionalismo económico de entonces. La desaparición del modelo económico de estado aplicado en la Unión Soviética propició la peligrosa sensación de que el capitalismo era el único sistema económico viable, la reducción a la mínima expresión del estado y los posibles controles que pudiera imponer, la aparición de un numeroso grupo de nuevos ricos nacidos en torno a una volátil creencia en que el mercado se autoregula...
Parece evidente que ha llegado la hora de recuperar a Marx, de recuperar la iniciativa ciudadana, de aportar alternativas a los sistemas financieros. ¿Aún a nadie se le ha ocurrido sacar de la biblioteca algún libro de Keynes?
Es un buen momento para volver a ver Wall Street (O. Stone, 1987) ahora que han pasado 20 años y las cosas empiezan a torcerse.
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