Dijo Zacarías Olite y en aquellos días todos los que conocían al Viejo nos resultaban de interés con lo que levanté los ojos del estante en el que buscaba no sé qué libro para detenerme dos segundos más de lo aconsejable en su vestido corto y un tercero en el escote tan bonito como inesperado para una librería de facultad a eso de las once de la mañana. Parece ser que coincidimos en alguna exposición y sabía que nosotros conocíamos a Zacarías con lo que yo no era más que circunstancial y ella redactora de una revista universitaria, pero aún así le propuse E.E. Cummings al más puro estilo Michael Caine en Hannah y sus hermanas, que rechazó con cierta elegancia no así un trina de naranja y el Galouise que me quedaba.
Imposible reproducir el diálogo sin que suene a plástico o a traductor de pago, tampoco podría recordar ahora salvo que leía a Virginia Wollf en inglés o que mencionó a Leonard Cohen. Estudiaba algo sobre la Historia del Magreb. Dos de cada tres palabras eran taco. Le presenté al Viejo un par de días después, y de paso a Torrellas que no sé de dónde apareció haciéndose el gracioso y tras dos fotos y quince minutos de entrevista no volvimos a vernos hasta que a los meses salió el número de primavera: especial pintores malditos, que El Viejo interpretó como malditos pintores aunque no me lo tuvo en cuenta, y quedamos para que me diese un ejemplar y pagase esta vez ella el trinaranjus rechazando el resto de sugerencias. Coincidimos en alguna exposición más, un concierto de Black Crowes, en el Brujas un domingo en el que me presentó a su novio que se llamaba como todos los novios y era un tipo fantástico. Hace un par de años nos cruzamos en una de esas calles de paso y apenas todo bien y tú?, daba clases en un instituto de barrio, había dejado de fumar.
Madrid no tiene tantas esquinas. La semana pasada subía al metro en Retiro y no pude evitar fijarme en el vestido corto, el escote inesperado, Mrs Dalloway tapándole la cara.
2 comentarios:
He oído decir que la capacidad de olvido no se rige por años sino por esquinas dobladas.
sos Gardel, Ramón
Publicar un comentario