Llevo toda la tarde entre kleenex, zumo de naraja y el fántastico blog sobre arte urbano que desde hace un par de años construye con maestría el magnífico
Guillermo Madrid.
Escrito en la pared no sólo tiene un estupendo nombre sino que es casi una enciclopedia sobre una de las manifestaciones artísticas más sujetas a estereotipos y lugares comunes. El blog de Guillermo es casi una gigantesca aclaración acerca del arte del grafitti, el cual se muestra como un completo desconocido para mí, que sólo
Keith Haring, al que cambié de apellido comentando con el propio Guillermo para quedar como un imbecil, y esos mismos estereotipos que prometo superar a aprtir de ahora.
Debe ser que la fiebre me hacer pensar más rápido o que todo se distorsiona cuando uno es atacado por millones de desaprensivos virus, pero de inmediato me he acordado de otro de los relatos de
Cortázar llamado, precisamente,
Grafitti en el que en un estado de excepción dos personas se comunican a través de los trazos que dejan sobre una desolada pared. Y, más aún, de la película de
Tristan Bauer en la que el mismo Cortázar pasea por París y reflexiona ante el mural involuntario que forman los recortes de diferente anuncios publicitarios en la pared de una calle cualquiera.
Bueno, voy a tomarme unas cinco o seis aspirinas...
2 comentarios:
Así no se puede... Encontré tu blog este mediodía desde el de E., me suscribí vía RSS y ya por la tarde-noche me dedicas una entrada. No se puede. Gracias!
Sólo una puntualización: Guillermo de la Madrid. ;)
Una brazo.
Julio, estoy contigo una vez más: todo un descubrimiento "escrito en la pared". Es que no tenemos ni idea de con qué gente nos codeamos. Somos afortunados.
El relato de "Grafitii" también me encanta y de hecho es el que leí el primer día de curso a los alumnos de 4º tratando de subyugarles con la literatura (con relativo éxito hasta el momento, no nos engañemos).
Cuídate.
(Y gracias a ti, Guillermo, por pasarte por el blog).
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