Nos vemos muchas menos veces de las que quisiéramos pero hace años que ni siquiera vivimos en la misma ciudad y en ese tiempo una postal, un feliz cumpleaños, un cómo va todo de apenas tres frases que, cosas de las nuevas tecnologías, llega de inmediato y a veces con canciones y puedo ver una foto y saber que ya no vive junto al Forth. Quedamos el domingo, justo cuando la final de copa, pero, como este año Estudiantes tampoco, no me importó como nuca me importa un café de hora y media, las fotos del niño, un beso en la mejilla no vaya a ser que ranas y príncipes encantados. Está feliz, o eso dice, y se acaba de doctorar en los veintinueve de recién desperté y ya me cansé del dinosaurio, aunque no me quedó claro si ya le ha dejado o lo piensa dejar. Así que se ha comprado un Peugeot para salirse por la tangente de las lineas del metro y los
túneles oscuros, y estuvo en Segovia la semana pasada y la
que viene quiere ir... pero antes cuéntame tú, que no te estoy dejando hablar. Y se muerde el corazón izquierdo como si fuera una adolescente y me vuelve a interrumpir, si aún no he dicho nada, y me pregunta qué habría pasado si me hubiese conocido a mí primero: supongo que sería yo el tipo del que ahora hablas. ¿Cómo sabes que no estoy hablando de tí ahora?
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