Todo ocurre antes de las palabras. Los
ojos. Las manos. El escalofrío. El pelo erizado de la nuca. La ciudad
desvaneciéndose en nuestras bocas. Sólo nos queda releer. Ese gusto como a
búsqueda, como a espera parado frente al escaparate amarillo y polvo de la
librería de viejo en donde llegarás tarde y dirás autobuses o papeles de última
hora, que no entiendo qué hacen en el museo pero, que inevitablemente son
cuatro cigarrillos más y una edición en catalán de La hierba roja que me
apresuro a señalar que es para vos, aunque los dos sabemos que acabará en casa
de Armando y que Torrellas aprovechará para el discurso nacionalista y más
palabras que llegan después de que ya haya ocurrido todo. Los labios. Las pestañas. El aliento
entrecortado. Tu pecho latiendo sobre el mío. El café de las seis casi frío
porque el tipo se demora, que si Berasategui, que si Bruguera, que si
Berasategui, y además corto de espuma, y qué más da si luego tardas un siglo en
tomarlo. Pero me gusta caliente… y con espuma, y ya la tenemos aunque no me
atreveré a decirle nada al tipo ni cuando le trae su cerveza a Raquel que dirá,
lo ves? Y realmente no lo veo y por eso me llama bobo o alguna palabra de esas
que llegan después de que haya ocurrido todo. Los dientes. Las lenguas. El
tiempo como una constante muerte de dedos hormiga en tu espalda. Seguro que la
primera en citar a noséqué director checo es Marina y que Armando se
inventará un título del tipo La manzana
imposible para corroborar la coartada y que mi brazo se paseará por el respaldo
de tu silla y que Torrellas llegará cuando ya estemos todos, hasta Nicole, que
tendrá examen de algo de lo que seguro podemos convencerla que deje de
estudiar, que basta con una redacción convincente, que, en todo caso, mencione
a Bordieu que siempre es un punto a favor en el departamento. Y Cortázar. Y
Zappa. Arte. Política. Palabras, ya sabes, para tratar de llenar el vacío que
queda tras los brazos. Las distancias. El semáforo silbando por sobre tu
hombro. El Viejo que saluda desde la otra acera. Nuestro grito albanés en
respuesta que escandaliza a los viandantes. El abrazo de semanas más tarde. De
cómo va todo por Montevideo. De qué guapa estás, que recibes medio ruborizada y
sin desprenderte de mi mano, como si de un cordón umbilical, como una trenza
que nos mantuviese el uno en el otro, como un solo cuerpo que entra en el café
cuando ya pasó todo y sólo quedan las palabras.
2 comentarios:
...y solo quedan las palabras.Releer a los Clásicos, del 26 al 28 de octubre en Jerez. XIII Congreso de la fundación Caballero Bonald.¿Nos vemos?
Qué más quisiera, Ramón, que acudir a Jerez, pero me da que Esperanza Aguirre no me va a conceder un par de días de vacaciones.
Espero que nos cuentes en tu blog.
Publicar un comentario