Alguien señala con un círculo amarillo el próximo jueves en su calendario, justo el mismo día en que un taxi evita todas las avenidas camino del puerto y cierras un libro en el que acabas de leer siempre y comienza a llover muy finito en Buenos Aires y un hombre detiene su auto frente a la floristería y compra un ramo de palabras hermosas, las mismas o muy parecidas a las que concluyen la carta que vuela en ese preciso instante de Moscú a Montreal , mientras una sonata de Handel y Dirk Bogarde muriendo en una playa veneciana a la vista de las manos enlazadas de una pareja, que sobrevive a un enorme silencio de respuestas, y comienza oficialmente el invierno.
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