miércoles, 25 de noviembre de 2009

LA LUZ Y LA AUSENCIA

"Nacho se ha muerto" me dijo Raúl, el de Economía, que me llamaba cuando yo ya viajaba en uno de esos malditos autobuses hacia Madrid, los martes salgo muy pronto de clase, para dejarme helado con ese reflexivo se como si uno pudiera morir-se cuando le viniera en gana, cosa que seguro no habría decidido el bueno de Nacho, ahora que estaba a punto de ser padre por segunda vez, ahora que acababa de sacarse su plaza, ahora que ya se había instalado en Brunete para iniciar una nueva etapa de su vida, ahora que treintayseis años.


Ya te conté que este año, y sin que sirviera de precedente, me llevaba bien con los de Tecnología. Nacho era el de Tecnología, un compañero del instituto, comentaba alguien en el tanatorio cuando llegamos, Raúl y yo, a eso de las cuatro de la tarde. Pero Nacho no era un compañero, era mi compañero, el tipo con el que tomo café cada mañana, el tipo con el que comentaba la jornada deportiva o los progresos de nuestros embarazos, salimos de cuentas casi el mismo día, Nacho bromeaba con la posibilidad de encontrarnos en la maternidad y continuar nuestros cafés también en ese día en que fuésemos padres, Nacho era el tipo al que buscaba en cada hueco entre clases, el que inició esa otra broma sobre mi excesiva presencia en la cafetería del centro, porque Nacho era, sobre todo, un tipo divertido. No puedo llamarle amigo, sólo le conocí por tres meses, pero puedo decir que esos tres meses han sido fantásticos en este centro en el que hemos tenido tantos problemas, tantas batallas de Brunete que me han afectado directamente, tantos quebraderos en sólo un ratito si lo comparamos con todo el año, porque Nacho era uno de los motivos por los que Brunete no se convirtió definitivamente en un centro horripilante.

Cuando llegas nuevo a un instituto, a la Universidad, a un nuevo trabajo, siempre te encuentras como perdido hasta que te das cuenta de que hay otro tipo igual de perdido que tú y, entonces, un café, un recuento de experiencias, durante años Nacho fue el de Tecnología en el Isaac Peral de Torrejón, yo dí clases en el Victoria Kent, el instituto que está justo al lado, era evidente que el siguiente destino lo teníamos que compartir. Han sido sólo tres meses, en los que Nacho, un gran atleta, me contaba sus experiencias en el equipo de triatlón de Brunete con el que salió a entrenar en la tarde del lunes, momento en que su corazón dijo hasta aquí, y a nosotros se nos rompió también un poquito, en los que Nacho, decía, ha sabido ganarse no sólo a sus compañeros sino también, y créeme eso es muy difícil,a sus alumnos, algunos de los cuales hoy lloraban con nosotros, con su familia, con sus amigos, en el tanatorio cuando hemos ido a despedirle por última vez.

Ayer, hablaba con su mujer unas palabras sin sentido; ¿sabes cómo me llegó que ella supiera exáctamente quiénes éramos nosotros aunque nunca nos hubiese visto antes? Resulta que también nosotros para Nacho éramos sus compañeros, no unos compañeros, con lo que su ausencia hoy, en la hoja de firmas, en la cafetería, en los pasillos, no sé, es...


Fijaté, ayer mismo Guillermo publicaba esta foto en escritoenlapared. Déjame que te la robe; es justo lo que estaba pensando.

3 comentarios:

Escrito en la pared dijo...

Encantado de que utilices la "ausencia" de Suso para semejante (depenalicenme -¿lleva tilde?- ya este adjetivo, por favor) texto. Ánimo.

J. Oliva dijo...

También te he robado el título de la entrada. Gracias

Escrito en la pared dijo...

Lo vi, lo vi, aunque después de comentar.