- En fin…
- Si vas a empezar por el fin será mejor que justifiquemos los medios, ergo pidamos un café.
Manchado, por supuesto, con mucho azúcar, y con ese afán, casi infantil, de remover a la izquierda, remover a la derecha, remover a la izquierda, tintineando como solo vos, la cucharilla colocada dulcemente sobre el platito, la breve duda, ¿demasiado caliente?, un suave soplo justo antes de decir, o ya estabas diciendo pero yo tan
-…Madrid, el próximo jueves. Sé que no debería decírtelo así
Así, con los labios entreabiertos como esperando que los míos, con las manos agarrando fuertemente la taza ante la posibilidad de, así, en una tarde cualquiera, sabiendo que ya no será una tarde cualquiera sino aquella en que, en el mismo café del Raval que hasta ahora Madame Josset y Woody Allen o Bareneked Ladies, en el mismo café en que ¿tienes frío? Gracias por venir. No te vayas nunca, y los puestos de flores, las estatuas humanas, Raúl cruzando la avenida, con paso firme, por la lluvia, supones, saludando desde el otro lado
- Siempre puedes comprar dos billetes.
Como último recurso justo antes de la nota, por favor, de las siete menos cuarto, de Raúl con las manos en los bolsillos
-Ya he comprado dos billetes.
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