viernes, 10 de enero de 2014

CALENDARIOS. DOCE DÍAS DOCE PASOS

Resulta que los años se repiten. Alguien me contaba que los días de 2014 coinciden exactamente, así, con acento en el exacta, con los días de algunos años pasados, de 1986, por ejemplo. Digo, su posición en el calendario es lo que coincide. El 10 de enero de 1986 también fue viernes. Y así para todo. Y de repente se me ha ocurrido que igual no solo coincidan en su posición sino que se repitan, además, cada uno de los acontecimientos, como si del día de la marmota.
Imagínatelo.
Imagina que cada día fuera el primer día que nos vimos, el primer día que no me atreví a hablarte, el primer día...en 1986. No supone ningún problema que en 1986 aún no nos conociésemos. Podemos vivir en este año el año que queramos. Siempre que coincidan los dias. Estamos acostumbrados a vivir en días que nunca existieron. O en noches falsas. Yo mismo nací en una noche que no es noche: la nit d'Sant Joan.
¿Te acuerdas de cuando te conté el cambio del calendario juliano al actual? El juliano, el calendario de los romanos, tenía 365 días pero un año realmente tiene 365 días y un cuarto. Para el siglo XVI el desfase era tal que tuvieron que inventar un nuevo calendario. Un nuevo calendario que incluyese un día de compensación cada cierto tiempo; un 29 de febrero. Lo curioso es que el cambio de un calendario a otro fue totalmente aleatorio. En el Reino Unido adoptaron el nuevo en 1752 y al 4 de septiembre le sucedió el 14 del mismo mes, por la compensación. ¿Y qué pasó con esos 12 días que nunca existieron?
Estábamos convencidos de que habíamos vivido esos días, de que esos días existieron para nosotros, de que teníamos doce días más que el resto de la humanidad, doce días para amarnos al margen, en esos espacios de las páginas que dejamos para anotar algo que se nos acaba de ocurrir, algo que no queremos olvidar, algo que recordar más tarde, algo que no es la sucesión lineal de lo que acaba de explicar el profesor sobre la absoluta certeza a la que se someten las matemáticas. Doce días aunque al resto les pareciese insensato, ilógico, como si A+B siempre fuese igual a C en el mundo en el que reclamábamos que a+b fuese Y? o un paseo de estrellas, un ramo de martes o tu portal a las nueve. Como si los días imposibles no pudieran tener una lógica imposible. Esa lógica de los sueños en donde de pronto sos y eres o somos o fuiste y seremos y tal vez y te quiero y, de pronto, despertás





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