miércoles, 17 de noviembre de 2010

La vieja costumbre de levantar la vista del periódico en cada parada como para comprobar que la previsible siguiente estación es la siguiente estación que aparece al salir del túnel, aunque la casualidad también, al abrirse las puertas, tu perfil, algo más cansado por el trasbordo desde la 7 o por la maletita Loewe que arrastras, pero tan bonita con tu falda plegada en azul y el anillo que no me atreví a regalarte y la sonrisa tras soplar el flequillo en un último esfuerzo de colarte en el vagón, si te lo permite la señora del abrigo marrón y las ganas de volver a encontrarme, siguiendo toda la escena con El País en la mano abierto por las páginas económicas aun sin tener ni idea de Economía, pero por impresionar, ya sabes, y porque sirve para proponerte seamos una pareja de nuevo, en el asiento de al lado, lo que aceptas a cambio de unos seis u ocho minutos, que habrá entre Avenida de América y Nuevos Ministerios, de conversación en apariencia intrascendente, y saber que de paso en Madrid, simposio de Literatura, algo he leído en el periódico, conferencia sobre Teresa Pamiés, vuelo que sale en apenas dos horas.
Necesito un punto y aparte mientras me cuentas (algo nerviosa o soy yo?) e interrumpo para preguntar si ya leíste Mal d'Aurore, objetivo número diecisiete, posiblemente, de aquella lista de cosas pendientes encabezada por robar un banco y gastarnos el botín en libros y cigarrillos, algo que deberías incluir en tu nueva lista de cosas pendientes por hacer, confiesas, encabezada por bajar en la próxima estación. Objetivo que cumples con inusual celeridad en estos casos de cuentas pendientes, no sin antes sugerirme que te llame cuando vuelva a Barcelona o que te escriba de vez en cuando o, en fin, esas cosas que se dicen a la espera de que las puertas del vagón se cierren de una vez no vaya a ser que, ahora que yo también me he levantado, pero, no, las puertas siempre se cierran a tu espalda, que maletita Loewe incluida, busca en el panel la indicación del aeropuerto, justo antes de que pueda decirte que yo como siempre, que te sientan muy bien estos años (sin mi), que ya sólo hago listas de obejtivos que no cumplo, y que, descuida, te escribiré, aunque los dos sabemos que no es cierto.

5 comentarios:

Pelirroja dijo...

Pero qué lindo!

J. Oliva dijo...

Gracias, Pelirroja! Se te echaba de menos, entre otras cosas porque eres la única que dice "qué lindo".
Por cierto, me sigues debiendo un café o me lo estoy inventando???

Anónimo dijo...

ayy gañan que estas casado y con un zar

Pelirroja dijo...

Julio, estás en pedo o qué? Me lo debes tú a mí.
Anónimo, no hay de qué preocuparse; Pelirroja está casi casada y además, Mari tiene que ser una santa así que no hay peligro de que Julio mire hacia otro lado que no sean su santa y su zar.

J. Oliva dijo...

Amén de controversias varias, debo recorar que Nicolás no se llama así por ningún Zar, es más, mucho deberíamos fracasar como padres si se decantase por el zarismo en el futuro.
Gracias por los comentarios, chicos.