Pero el tiempo, esa araña infatigable tejiendo una red circular, esa necesaria sensación de que se llega tarde o demasiado pronto, de que es posible adelantarlo una hora porque las noticias advierten que es preciso aumentar la producción y conjugar la vida laboral y el tiempo y un ahora y una butaca vacía, pero lo de menos es la hora, es decir, el tiempo, esa humedad entre las manos cuando dices es tarde, cuando comienzas a soltarte un poco como sabiendo que podrías caer o, peor, verte reflejada en sus ojos ceniza y verde y ahora eres todas las veces que vienes detrás de tu mano, un nombre, un gesto, una arquitectura de la página en blanco, y el tiempo, digo, los tiempos, desplazándonos de golpe hacía las fotografías, hacía los cafés de baldosas amarillas o las tardes de puentes y paraguas, de mal tiempo, de tiempo blando y a tiempo un envoltorio de papel plata, una llamada de auxilio, una sinfonía de Henderson en un anuncio de electrodomésticos. Luego el timbre del reloj, esa maldita amenaza de no poder acordarme mañana cuando traje limpio, dentífrico, oficina. La última frase, posiblemente, era una lágrima tan fuera de tiempo.
1 comentario:
El tiempo...la lluvia...un camino de baldosas amarillas...tardes de cafe...miradas en verde y ceniza...?? suena realmente genial, seguro que es parte de algun suegno...no? :)
Publicar un comentario