Una vez quisimos hacer uso de la impresora de la mediateca en nuestra facultad aunque finalmente no la utilizamos porque nos encontramos junto a ella una maravillosa página que los responsables de la mediateca calificaron de error de impresión y que nosotros consideramos como obra maestra del dadaísmo finisecular. La página presentaba unos extraños símbolos como estos
Comprendimos fácilmente que lejos de tratarse de un error la impresora había sido manipulada por algún visionario y revolucionario artista capaz de construir todo un manifiesto a base de ignorar convencionalismos y constricciones. Hablando de Duchamp y de Picabia salimos de la mediateca no sin antes observar cómo otro usuario de la impresora arrojaba, tras arrugarlo concienzudamente, el manifiesto artístico del Arte Alógico al fondo de una papelera.
Es curioso lo inadvertidas que nos resultan cientos de cosas cada segundo. Es posible que enfrascados en la incomprensible lectura del manifiesto Alógico nos perdiésemos un eclipse en la fotocopiadora, una bombilla a punto de parpadear por última vez, el vuelo fugaz de un avión de papel. Habría un tipo en la cafetería diciendo que la impresora de la mediateca estaba estropeada justo cuando nosotros le contábamos del manifiesto Alógico a todo un entregadísimo auditorio…
Creo que algo similar ocurre con nuestro embarazo. Hoy mismo comentaba con Eduardo de la impaciencia, de la espera infinita, de cómo cada día es una inagotable cuenta atrás en la que nombres, canciones, manos sobre su vientre, esa sonrisa estúpida casi de escalofrío, en el mismo instante en que Mari le hablaba a su compañera de trabajo sobre náuseas matutinas, un extremado agotamiento, pies hinchados, esa horripilante y rutinaria somnolencia…
Puntos de vista.
Aún así hay quienes se empeñan en establecer una verdad absoluta. Es cierto, Mari está embarazada, es cierto, encontramos una página con extraños símbolos, pero qué es estar embarazada, qué son esos símbolos. Por eso me dedico a las Ciencias Sociales, las posibilidades son infinitas. Mari me preguntaba el sábado, con cierta curiosidad, con quién estaría ahora si no la hubiera conocido. Mi amor, la respuesta es obvia…
1 comentario:
Cariño, si uno de los dos se hubiera casado con David Bowie, creeme, ese no habrías sido tú.
Por cierto, para mi nuestro embarazo también es todas esas cosas bonitas que cuentas sólo que yo también sufro los inconvenientes.
Pinchad en el enlace, es un versión cienmil veces mejor que la que pone aquí vuestro encantador amigo.
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