jueves, 13 de noviembre de 2008

ENYORAR

para Mari que siempre llega tarde





A veces levanta la mirada del libro, comprueba la hora, sitúa al camarero, al ojo derecho de Madame Josset tan hierático en la pared del fondo, remueve el café en el sentido contrario a las agujas del reloj que golpea como para confirmar que, efectivamente, también se atrasa. A veces fija la mirada en una mancha de humedad en forma de caballo con alas justo al comienzo de la cenefa de azulejos, casi modernista, tras la barra, y espía, sin poder evitar cierta envidia, a las parejas del reservado, se muerde las uñas, enciende otro Gauloise, y deja que el café se enfríe como una forma de medir el tiempo. Siempre se sobresalta si la puerta, si esa voz, si un roce distraido que le obliga a retornar al libro sin demasiada gana, calculando las páginas restantes, tomando aire al modo de un corredor de fondo.

Otras veces es la ventana a Plaza Francia y sus semáforos repletos de esperas, los buzones y los bancos arropados con hojas secas, los pasos apresurados, las noticias desparramadas por el suelo, la parada del 73 donde justo descienden cinco personas, pero hoy tampoco. Ni por Óscar Ruiz y su boulevard de farolas apagadas a esta hora indeterminada en que aún no es noche y sin embargo la luna en el reflejo de las ventanas más altas, ni saliendo de La espuma de las palabras, la librería en la que un martes de abril.


No importa.


Ella siempre llega tarde y con la más bonita de las sonrisas, las mejillas frías, y le da una calada de gracia al cigarro y le regaña por llegar tan pronto mientras se sienta frente a él que no deja de perderse en sus ojos pensando si supieras cuánto tiempo llevo esperandote...






Baby can i hold you. TRACY CHAPMAN

2 comentarios:

Escrito en la pared dijo...

Hay que ver lo que me gustaba esa canción de ñajo... ;)

Anónimo dijo...

gustaba? a mí todavía me encanta
y la del enlace también.
Por cierto,
normalmente es él quien se retrasa...