lunes, 31 de marzo de 2014

No, en serio, hoy iba a escribir sobre el 22M, como si no se hubiese dicho bastante, y encontraba un huequito para algunas sesudas reflexiones de esas que tanto te gustan para llamarme pedante y tal, y pensaba refutarte todo eso de las intervenciones policiales desmesuradas, de que el 23 y el 24 y el 25 también debían ser días de lucha, pensaba añadir que hay margen de mejora, que tenemos que saber discriminar a los violentos, que la violencia se genera en las desigualdades, todo eso que siempre te digo y a lo que asientes de vez en cuando mientras miras el vaso de Coca Cola o juegas con mi teléfono o cambias de tema como si tal cosa, pensaba pedirte que te vinieras conmigo a la siguiente mani, porque habrá más, y eso es señal de que hacemos bien las cosas, de que ellos las hacen mal, pensaba leerte la cartilla trotskista de la revolución permanente para que, otra vez, te alarmes y me llames revisionista aunque no tengas demasiado claro qué es, quería escribirte aunque diga que ya no siempre te escribo en todo lo escribo, y ponerte enlaces a artículos que nunca lees y acompañar con videos absolutamente incontestables, pensaba que no tendría que pensar y que todo sería un único párrafo en el que...

pero hoy se me ha ocurrido mencionar Casablanca en clase



y he caído en la cuenta de que no sé cómo voy a reaccionar el día que volvamos a vernos
si es que volvemos a vernos
si es que me sigo acordando de ti para entonces
si es que no nos hemos visto ya y no hemos sido capaces de reconocernos
si es que este no vernos no es fruto de tu ausencia sino de la necesidad de no verte

1 comentario:

Anónimo dijo...

siempre nos quedará París.