lunes, 17 de febrero de 2014

LO DE VENEZUELA

Lo de Venezuela lo hemos visto ya muchas veces, por desgracia, quienes nos dedicamos a estudiar Amércia Latina: un estado que inicia una serie de cambios, más o menos radicales, para proteger a las clases más desfavorecidas, lo que, inevitablemente lleva a perjudicar a las, hasta ese momento, clases pudientes y la posterior reacción de estas. En Venezuela desde que Chavez se hizo con la presidencia aupado por los votos de los venezolanos son innegables los avances en prestaciones sociales, en redistribución de la riqueza o en derechos políticos para una mayoría de la población. Avances avalados por instituciones internacionales que ya hemos comentado en otros momentos, por ejemplo, tras la muerte del propio Chavez. Todas estas mejoras suelen propiciar un enorme malestar entre quienes han monopolizado tradicionalmente los recursos en su propio beneficio y en perjuicio de la mayoría. En otros momentos no tan lejanos de la Historia la reacción lógica de los poderosos hubiera desencadeado un golpe de fuerza militar que acabara con las reformas progresistas y devolviese el poder a quienes se consideran sus dueños. En la actualidad el golpe de estado es más sutil.
La derecha venezolana, visto que en las urnas el apoyo a Chavez es abrumador (el 55% de los votos en la última de las elecciones que ganó, las de 2012) busca una estrategia de confrontación en otros ámbitos que no sea el político, y, así, en primer lugar organiza un frente común casi oligopólico con el que provocar inflación de modo que sea rentable generar un mercado ilegal basado en el dólar aprovechando el desabastecimiento que ellos mismos generan. Vale, en otras palabras, los empresarios venezolanos elevan los precios de sus productos provocando que la moneda local se devalúe, así generan un mercado negro en dólares cuya circulación controlan ellos mismos, y, además, descienden la producción para provocar que los productos se compren en ese mercado negro y no en el oficial que es el que genera beneficios al estado. Esto lleva al desabastecimiento y a las protestas de la población. (Es posible hacerlo porque, pese a lo que crees Venezuela no es una dictadura sino que tiene un sistema de libre mercado)
Sin embargo, la muerte de Chavez no acabó con el sistema y lejos de eso Nicolás Maduro, el candidato sucesor del chavismo, ganó las elecciones de abril de 2013 evidenciando que esta guerra económica tal vez no sea suficiente para que la derecha venezolana acapare de nuevo el poder. De ahí que el siguiente paso sea continuar con la guerra económica añadiendo conflictos callejeros, alguna que otra muerte siempre viene bien, y construir para la opinión pública, nacional e internacional, una sensación de inestabilidad y de desgobierno que justifique un golpe militar para acabar con el malestar social. Es de manual del perfecto golpista latinoamericano, y ya se lo hicieron a Allende, entre otros. con  las caceroladas de la burguesía chilena. En ese sentido estaría bien analizar cuántos de esos estudiantes que protestan en las calles proceden de universidades privadas, católicas, exclusivas para ricos. Fíjate en el color de la piel de quienes se manifiestan contra y a favor del gobierno. Porque Venezuela es un país muy racista y la división entre ricos y pobrs también es entre blancos y pardos. Si cuentas con medios de comunicación afines la construcción de un estado totalitario es, aunque falsa, muy creible. (Y cuentas con medios de comunicación propios porque Venezuela, otra vez, no es una dictadura)
Pero el gran problema que tiene Venezuela no es una derecha filogolpista sino que su presidente, digamos, está infinitamente menos capacitado que el Doctor Allende, y eso se nota. Por ejemplo en la idiotez de salir por televisión llamando cobarde y retando al líder opositor Leopoldo López lo que convierte a Maduro en un bravucón de los que no aguantan el mínimo argumento, y eso es lo que no puede permitirse la revolución bolivariana si pretende aunar en los logros alcanzados. Menos aún amenazar con armar al pueblo y provocar una guerra sangrienta en caso de consumarse el golpe.
Por lo pronto los líderes opositores Leopoldo López (implicado en el intento de golpe de estado de 2002) Henrique Capriles (Gobernador del estado de Miranda) o Antonio Ledezma (alcalde de Caracas. Fíjate cómo dos de ellos tienen cargos políticos porque Venezuela, sí, lo has adivinado, no es una dictadura) guardan un  prudente silencio a la espera de los próximos movimientos en los que el pueblo hace las veces de peones en su partida de ajedrez, y como todo buen jugador de aledrez sabe no importa cambiar peones si permiten un mejor posición en el tablero.

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