jueves, 13 de octubre de 2011

MANZANA IMPOSIBLE


Todo ocurre antes de las palabras. Los ojos. Las manos. El escalofrío. El pelo erizado de la nuca. La ciudad desvaneciéndose en nuestras bocas. Sólo nos queda releer. Ese gusto como a búsqueda, como a espera parado frente al escaparate amarillo y polvo de la librería de viejo en donde llegarás tarde y dirás autobuses o papeles de última hora, que no entiendo qué hacen en el museo pero, que inevitablemente son cuatro cigarrillos más y una edición en catalán de La hierba roja que me apresuro a señalar que es para vos, aunque los dos sabemos que acabará en casa de Armando y que Torrellas aprovechará para el discurso nacionalista y más palabras que llegan después de que ya haya ocurrido todo.  Los labios. Las pestañas. El aliento entrecortado. Tu pecho latiendo sobre el mío. El café de las seis casi frío porque el tipo se demora, que si Berasategui, que si Bruguera, que si Berasategui, y además corto de espuma, y qué más da si luego tardas un siglo en tomarlo. Pero me gusta caliente… y con espuma, y ya la tenemos aunque no me atreveré a decirle nada al tipo ni cuando le trae su cerveza a Raquel que dirá, lo ves? Y realmente no lo veo y por eso me llama bobo o alguna palabra de esas que llegan después de que haya ocurrido todo. Los dientes. Las lenguas. El tiempo como una constante muerte de dedos hormiga en tu espalda. Seguro que la primera en citar a noséqué director checo es Marina y que Armando se inventará  un título del tipo La manzana imposible para corroborar la coartada y que mi brazo se paseará por el respaldo de tu silla y que Torrellas llegará cuando ya estemos todos, hasta Nicole, que tendrá examen de algo de lo que seguro podemos convencerla que deje de estudiar, que basta con una redacción convincente, que, en todo caso, mencione a Bordieu que siempre es un punto a favor en el departamento. Y Cortázar. Y Zappa. Arte. Política. Palabras, ya sabes, para tratar de llenar el vacío que queda tras los brazos. Las distancias. El semáforo silbando por sobre tu hombro. El Viejo que saluda desde la otra acera. Nuestro grito albanés en respuesta que escandaliza a los viandantes. El abrazo de semanas más tarde. De cómo va todo por Montevideo. De qué guapa estás, que recibes medio ruborizada y sin desprenderte de mi mano, como si de un cordón umbilical, como una trenza que nos mantuviese el uno en el otro, como un solo cuerpo que entra en el café cuando ya pasó todo y sólo quedan las palabras.

2 comentarios:

rosicler dijo...

...y solo quedan las palabras.Releer a los Clásicos, del 26 al 28 de octubre en Jerez. XIII Congreso de la fundación Caballero Bonald.¿Nos vemos?

J. Oliva dijo...

Qué más quisiera, Ramón, que acudir a Jerez, pero me da que Esperanza Aguirre no me va a conceder un par de días de vacaciones.
Espero que nos cuentes en tu blog.