viernes, 4 de octubre de 2013

Se deja caer en la silla de un modo que algún día su espalda lo lamentará, algo que a los dieciseis apenas tiene importancia. Pone una botella de agua, a veces medio llena y otras medio vacía, en la mesa, de la que bebe muy poquito. Sujeta la cabeza con la mano izquierda. Mira por la ventana, entre otras cosas, que su reflejo queda justo al lado de ese chico que le hace el mismo caso que ella a mi pizarra, en donde la Revolución Francesa o algo igual de aburrido. Toma notas. Concluye una página. No pregunta. No ríe cuando pretendía ser un chiste. Mira su reloj. Mastica chicle. Pintarrajea los márgenes de la hoja. Tampoco resopla. Ni habla con el de atrás. Siempre es la primera en guardar sus cosas cuando acaba la clase. Siempre es la última en salir del aula. Nunca me dice nada.
Y en la siguiente clase lo mismo.




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