lunes, 11 de abril de 2011

QUÉ DEMONIOS ES ESA COSA QUE VENDEN EN EL STARBUCKS Y LLAMAN CAFÉ

Primer café. Me levanto muy temprano porque las chicas me han invitado a Brunete. Es el día de la jornada cultural y ellas han llegado de Roma el día antes con lo que tienen cosas que contar y tiempo libre. Además, Raúl organiza un taller, con el de Filosofía, sobre Ética y empresa, que promete y empieza sobre las diez. El primer café realmente es descafeinado porque desde el embarazo nos pasamos a esta cosa y ya no hemos cambiado, con el consiguiente perjuicio para nuestro paladar, amén del beneficio para la salud.
Segundo café. Necesito cambiar 50 euros para comprar un bono metro de esos que no existen, y como no existen no consigo que la máquina me acepte el billete y no hay taquillas donde comprárlo, idea genial del gobierno de la Comunidad; abren nuevas estaciones pero sin personal alguno. Mis últimas monedillas se convierten en un billete sencillo y ya cambiaré en Píncipe Pío. Vaya! se me acaba de ocurrir que podría haberme colado, no hay nadie!!!! En Príncipe Pío tampoco hay taquillera y por supuesto el tipo del autobús no va a querer cambiar un billete de 50, como tampoco quiere el de los churros y ya estoy fuera de la estación y ya se ha ido el autobús y entro en el centro comercial y pido una de esas cosas que venden en el Starbucks (estrellas de a dolar?) que llaman café y que no sabe a nada, y para cuando vuelvo ya he perdido, por diez minutos, el autobús y espero llamando a Mari que empieza su mañana con una sonrisa a costa de su atribulado marido. Sorbito a esa cosa que desde luego no es café.
Tercer café. El taller de Raúl ha quedado genial. He llegado al final pero he podido participar y no sabes cómo necesitaba una conversación con contenido este año de encefalogramas planos. Sólo han asistido tres alumnas pero aportan ideas y un bizcocho de chocolate que está buenísimo. Así que bajamos a la cafetería (café del bueno, del de Guada) y seguimos hablando de cine, el de filosofía habla de Todos los hombres del presidente y, curiosidades, justo me estoy leyendo un libro de Woodward en el que revela quién era su confidente. En la cafetería, Carlota comenta que ha visto en Roma un cuadro con muchos filósofos y de diferentes épocas y nos hacemos los prepotentes porque sabemos de que está hablando y ella sólo afirma con un creo que sí pero que se acordó del profe y fíjate tú y además está afónica porque han pasado una semana sin dormir (yo tampoco entiendo la relación) Noelia y Ale (ésta última con planes internacionales para el verano) cuentan que Roma y que la segunda evaluación mejor que peor y que ya es fin de semana y casi vacaciones y acaban de volver con lo que deja de agobiarnos a preguntas. Paloma está contentísima con el medio novio que se ha echado y no puede creer que Lois (es el nuevo profe de Historia) fuera compañero mío en la Facultad, así, con el pelo blanco y todo. En un aparte me dice que se va de campamento con su novio y los demás del grupo ultra al que pertenece que además se llama Hogar y que no me gusta nada y me pongo en plan padre con ella y casi me suelta una de esas miradas que sólo ella sabe pero me contengo hasta la próxima. La próxima es al instante porque me suelta un sopapo en plan el Madrid a la Final Four y yo le deseo que queden eliminados cuanto antes.
Cuarto café. El cuarto café es en realidad una coca cola que para el caso es lo mismo, y que acompaña la paella que ha hecho el de religión, a quien por cierto no saludo, no por motivos ideológicos sino porque guardo cola para que me sirvan junto a los alumnos (el resto de profes se ha colado) y de paso aparece Alba que me encuentra muy bien (delgado llega a decir) aunque los dos sabemos que no es verdad y que lo dice porque sé que prefiere al teacher, con lo que le doy un achuchón y le pregunto si ha aprendido cosas en Roma y ya es la cuarta vez que tras la pregunta alguien pone cara de "es un viaje de alumnos, no vamos a aprender nada" y me regala una postal firmada también por Paloma y su novio nos hace una foto horrible, porque es un tipo fantástico pero un pésimo fotógrafo. Me pido una coca cola con Óscar cuando ya nos sirven la paella, y me cuenta que está genial este curso que no tiene que preparase las clases, el año pasado lo organizó todo, y que está atravesando un buen momento con su chica y pregunta por Nicolás y se me ilumina la cara, según Ale, lo que posiblemente sea cierto.
Quinto Cafe. Llego a casa sobre las cuatro y media deseando poder volver a Brunete el curso que viene o algún otro, siendo consciente además de que los alumnos van y vienen y el centro sigue con lo que volver posiblemente sería no reencontrarme con nadie, como si volviera al Ramiro o a Valde o a cualquier otro lugar en donde lo he pasado genial. Y llego a la conclusión de que, de momento, he estado muy bien en todos los centros en donde he dado clase, incluso en este de adultos. Me preparo otro café porque después de comer hay que tomar café obligatoriamente, como todo el mundo sabe y leo un poco más del libro de Woodward. Nota. Tengo que devolver los otros a la biblioteca, ya van dos semanas de retraso. raúl me ha abierto el interés por los e-books, me ha enseñado el suyo y me pregunto cómo sugerirle aMari que me regale uno, no sé, por Navidad o algo.
Sexto cafe. Otra coca cola tras volver de comprar fruta. Fuera hay unos 451 grados Farenheit y necesito algo fresco con lo que más cafeína y vuelta a la calle a buscar a Nicolás y a su madre que estarán en el parque, a la sombra, espero.
Séptimo café. en algún momento de la tarde me tomé otro café que ahora no recuerdo pero sí que estábamos en casa de los abuelos que se van a Barcelona y les recomendamos un montón de itinerarios y creo que les abrumamos un poco.
Todos los cafés y las coca colas. A las 2:37 de la mañana estoy con los ojos abiertos, pensando en escribir esta entrada y que le vendría muy bien esta canción.



Hubo un tiempo en que podía tomar todo el café que quisiera y dormía toda la noche y parte de la mañana siguiente. Da igual. Tampoco ha estado tan mal recordar este día. Mañana me dolerá un montón la cabeza...


Las chicas.


Raúl y Óscar no quisieron tomarse fotos.

3 comentarios:

raulsanchezgarcia dijo...

El café era con leche pero se quedó corto.

Marta dijo...

Hace tiempo pasé una temporada en la que tenía insomnio y una de las cosas que hice fue quitarme el café y sustituirlo por infusiones sin teína. Al cabo de unos meses, dado que el insomnio no se me quitaba, aun estando privada de mi estupendo café de las mañanas, decidí en un arranque de rabia volver a tomarlo. Total, la medida no tenía ningún efecto. Sé que es casualidad, pero el día en que volví a disfrutar de mi cafecito se me quitó el insominio.

J. Oliva dijo...

Eres un mago de las palabras, Raúl. Cierto que se hizo corto. El próximo curso o te pides el traslado a mi centro o yo tendré que volver a Brunete.

Marta, creo que la relación entre cafeína e insomnio es cosa de los del Cola Cao. un placer que te pases por aquí, ya lo sabes.

gracias por los comentarios, chicos.