Cuando era pequeño y mi madre (tu abuela) me llevaba al colegio pasábamos por una calle en la que había un hormiguero, con lo que una larguísima fila de hormigas se cruzaba cada mañana en nuestro camino. La abuela me enseñó a dar un paso más largo cuando llegábamos al reguero de hormigas para evitar pisarlo, y, así, yo daba un pequeño salto para dejarlas atrás. Este gesto provocaba las risas de mi compañero David Fornells, quien un día me explicó que, por mucho que yo evitara pisar a las hormigas, detrás de mí llegaban otras personas que sí las pisaban, luego mi saltito, además de ridículo, era inútil para las hormigas, que, por otra parte eran muchas y apenas se notaba, según David Fornells, si algunas de ellas eran pisoteadas, es más, hasta resultaba un buen método como control de la natalidad del hormiguero.
Casi decepcionado le pregunté a mi madre si era cierto que otras personas pisoteaban a las hormigas y ella me confirmó que, efectivamente, así era.
- Entonces, ¿por qué nosotros evitamos pisarlas?- Le pregunté a la abuela.
-Porque nosotros no somos como esas personas.- Me contestó.
- ¿Y cómo somos nosotros?- Pregunté de inmediato
- Como las hormigas.- Contestó la abuela.
2 comentarios:
Qué bonito :)
Me alegro de que te guste.
Tu blog es muy chulo,me da que voy a hacerme de los habituales.
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