viernes, 18 de octubre de 2013

Corre. Corre más. Corre riendo y gritando consciente de que no va a llegar al sofá. De que lo voy a alcanzar antes y lo subiré por encima de mi cabeza con amenazas de que me lo voy a comer. Y le haré girar. Y dirá otra vez. Y otra vez. Y otra vez. Y ya. Ya no más que papá está cansado. Y no podemos gritar. Mamá se ha ido pronto a dormir. Se encuentra mal porque le han puesto la vacuna de la gripe. Así que se confía y aprovecho para otra vez cosquillas y pone pose de Tortuga Ninja para apartarme camino de la cocina donde preparar la cena a cuatro manos. Cena de chicos, le propongo, aunque me da que Nicolás esperaba patatas fritas o, al menos, algo que no fuera verde, y menos aún judías. Pero se resigna y ya empieza Bob Esponja, y nos sentamos a la mesa. Me recuerda que no tiene agua en su vaso. Aparta con el tenedor alguna cosa que considera prescindible de su plato. Pone cara, al primer bocado, de mejor patas fritas para la próxima.Y me rio. Y se enfada un poquito porque no oye la tele. Y nos acurrucamos en el sillón hasta que acaban los dibujos. Y así una noche y otra y otra.






No te haces una idea de cómo le miro!











No hay comentarios: