lunes, 9 de septiembre de 2013

ASÍ DE FÁCIL

Tiene la maravillosa costumbre de parar el coche donde le viene en gana. Por eso cuando, desde el otro lado de la calle escuchamos la frenada, y otro Ford casi se estrella contra el suyo, no me sorprende verla asomada a la ventanilla del conductor con medio cuerpo fuera gritando mi nombre. Corro para evitar uno de esos choques múltiples que salen en televisión y me cuelo en su coche preguntándole por su estado mental, a lo que responde haciendo así con el dedo. Va escuchando al Pirata que acaba de presentar una de Rosendo antes de las noticias de las nueve y es como si tuviésemos diecisiete.



¿Tenías perro la última vez? En la parte de atrás hay una de esas cestitas para transportar animales con un perro blanco y triste dentro, que parece medio mareado. La última vez tenía novio. Niágara da menos problemas. Lleva a la perra  a casa de una amiga por unos días que estará fuera, exactamente lo mismo que hizo el novio hace casi un año ya, sólo que aquella vez la amiga no le estaba haciendo un favor. O puede que sí, recapacita, era un gilipollas. Por cierto, a dónde vas?
- A dónde me lleves. 
-A Finlandia. 
-Me estás proponiendo que nos fuguemos?

Pero no. Realmente va a Finlandia para no sé qué de una bibliioteca que están edificando en algún lugar que suena a lejísimos. El estudio en el que trabaja ha diseñado parte de la cubierta. Unos belgas el jardín. Irá directa al aeropuerto tras dejar a Niágara con su amiga que vive no demasiado lejos de donde me ha encontrado esperando el autobús como un niño desvalido que es como se espera al autobús los martes de septiembre a las nueve menos cuarto.

En realidad, ahora que voy en su coche me lleva en dirección contraria a la facultad, donde debería estar hace quince minutos, pero no me sorprende porque cada vez que nos encontramos es para ir en sentidos opuestos hasta que uno de los dos es consciente, hasta que uno de los dos lo admite, debería decir, (creo que somos conscientes todo el tiempo), y llegamos a la conclusión de que lo mejor es separarnos, a veces a trompadas, a veces a besos,  pero seguros de que nos vamos a encontrar de nuevo en cualquier otro momento.

No tarda en volver de casa de su amiga sin la perra pero con la cestita, parece que la amiga tiene otra perrita y... La espero fuera, apoyado en el coche. Aquí me viene bien, gracias por traerme.

- ¿No vas a acompañarme al aeropuerto?
- Si subo otra vez, no voy a saber cuándo bajar.
- Cuando lleguemos al aeropuerto. Me das un beso y hasta otra. Así de fácil.

Y pone otra vez la radio. Así de fácil.

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