Qué te has hecho? me pregunta señalando mi anillo, y le digo que, incluso, tengo un niño y una hipoteca y rie y me llama burgués y es todo verde cuando clava sus ojos en los mios y dice diez años ya!!!, pero en verdad son doce desde que coincidimos en el autobús, tampoco nos veíamos demasiado por entonces, y viajamos en metro camino de la facultad justo unos días después de que te soltaran con cargos y de que nosotros acampásemos frente a los juzgados pidiendo que os soltasen y salimos en Diario 16 y desalojaron, de todos modos, la Guindalera. Me contabas de ese proyecto de teatro experimental en el que estabas metida que no te daba demasiado dinero pero sí una posibilidad para viajar y conocer gente y tú qué tal, sigues escribiendo? y ya es curioso que hayamos coincidido en otra acampada de esas, creo que podría ser la misma camiseta descolorida y hasta el mismo cigarrillo, esta vez eres tú quien me lo ofrece y cómo decirte que ya no fumo, así que fumo y alguien habla desde un megáfono sobre la necesidad de establecer impuestos a las transacciones financieras, y aplaudimos con las manos en alto, aunque no estoy demasiado seguro de haberlo entendido. Sacas dos monedas de veinte céntimos y una de diez, vas a explicarmerlo? vas a pedirme un euro más, con uno cincuenta tienes para papel. Era esto lo que buscábamos? le pregunto sabiendo que, en realidad, nunca buscamos lo mismo, sólo parecido. Siempre me inquietó que me mirara de reojo. Financiarnos el papel a lo grande? Bromea. Buscábamos tener un lugar en el mundo y estamos sentados en el suelo. Es sólo el principio. Siempre tan optimista. Y esa sonrisa. Te acuerdas del chico que se sentaba justo detrás de ti? Sé que lo pregunta porque fueron pareja un tiempo y porque hay un tipo muy parecido a él junto al del megáfono y prefiero: me acuerdo de la chica que se sentaba delante, de la que se le daba fatal la Historia. Ella también se acuerda, admite. Tiene casi los mismos ojos. Los ojos son los mismos, ha cambiado lo que veo, haciéndose la intelectual. Qué veías entonces? También sabe ponerse seria. A tí. Y ahora? Sé que no debía preguntarlo.
Empezó a llover, ya sabes, a veces llueve en momentos como este, y se suspende la asamblea y uno de esos tipos con aspecto de película de Fernando León le pide ayuda para desplegar un plástico azul y resulta que es Charly aunque podría haber sido Pablo o Luis el negro o cómo se llamaba el tipo del altavoz, perdí la cuenta cuando dejé de saber de ti. Me esperas? Pregunta. Tú que crees? Me iré en cuanto se dé la vuelta así que me toma la mano izquierda. La mira así, desde su lado. Y sonrie. Sabe que las lineas de esa mano forman su incial igual que las de la suya formaban una extraña jota surrealista que no me da tiempo a buscar porque alguien grita su nombre. Otro día me dejas un euro, vale?
Sé que no lo va a leer pero una vez le prometí que le escribiría un cuento.
Hay una noche en la que no hay noche, en la que puedes caminar sobre el fuego sin quemarte, en la que pides un deseo y se cumple. Justo esta noche.
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