miércoles, 13 de octubre de 2010

LA JAURÍA HUMANA CONTRA ARTHUR PENN

Estoy cansado de vivir aquí... Esto debió pensar Arthur Penn, hace unas semanas, justo antes de morir, después de haber sido uno de los cineastas más incomprendidos de la Historia del cine. Pero, en realidad, la frase la pronuncia el Sheriff Calder en La Jauría Humana (1966), la obra maestra que Penn dirigiera, sobre un guión de Lillian Hellman, para poner en evidencia la finísima línea que separa sociedad de masa.
Con la excusa de la fuga de Charlie Reeves, un delincuente de poca monta, (interpretado por un desconocido Robert Redford, en su primer papel, más o menos, importante) en una pequeña ciudad del sur de Estados Unidos se inicia una cacería contra él que no hace otra cosa que desatar las miserías que esconde la cotidianidad de sus habitantes. El Sheriff Calder (un magistral Brando) aparece como la representación de la coherencia, la justicia y la ética, en un pueblo dominado por la corrupción política y moral, en lo que no deja de ser una velada crítica a la sociedad estadounidense de la época, sumida en unas enormes desigualdades racistas y xenófobas (expuestas de soslayo en la película) en la incipiente guerra de Vietnam o en la pasividad de una sociedad inculta, ociosa y despreocupada.
Como era evidente una película tan comprometida, presentada de forma tan cruda, no podía tener una buena acogida, menos aún si la guionista había sido acusada de comunista durante la caza de brujas y el propio Penn ya se había destacado como un cineasta demasiado independiente para los gustos de la época con sus anteriores trabajos (El zurdo, 1959, basado en un guión del íntelectual de izquierdas estadounidense por antonomasia: Gore Vidal, donde desmitifica la figura de Billy El niño, El Milagro de Ana Sullivan, 1962, en la que se plantea una reforma del modelo educativo tradicional, que por suerte pasó desapercibida para el gran público, lo que le sirvió a Arthur Penn para conseguir su primera candidatura al Oscar al mejor director, y Acosado, 1965, donde, sin tapujos, se critica el Macarthismo)
Te dejo el trailer de La Jauría Humana, hoy ya una película de culto, en la que curiosamente se da más importancia al productor de la cinta que al director, ya con demasiados enemigos entonces, cuyo nombre ni aparece.



Aún así, la carrera de Penn se mantuvo a flote durante los últimos años sesenta y los setenta, en los que el cine comprometido, al que Arthur Penn añade unas dosis de finísimo humor, contaba con el beneplácito de cierto público intelectual, que era más significativo que en la actualidad, lo que le permitía obtener reconocios éxitos como Bonnie and Clyde, 1967, por la que óbtendría su segunda nominación al oscar al mejor director, El Restaurante de Alicia, 1969, una divertida crítica al militarismo, antes de que llegaran las películas reivindicativas de los setenta, o Pequeño Gran Hombre, 1970, ejemplo perfecto de aculturación malograda, según mi profesora de Culturas Indígenas de América del Norte, que narra las desdichas de un pobre Dustin Hoffman a caballo entre el mundo occidental y el nativo americano (en esta, otra desmitificación del inconsciente colectivo estadounidense, el General Custer aparece como un ególatra e inepto, algo más cercano a la realidad que la fascistoide Murieron con las botas puestas)
A partir de aquí, Penn es ya más un nombre que un director, en La noche se mueve, 1975, el público ve una película policíaca sin vislumbrar el grito desesperado ante la soledad del individuo que Arthur Penn lanza. Desbordado por sus imitadores en las formas (Scorsese, de Palma...) pero sin su fondo crítico, Penn se ve relegado a las filmotecas o incluso a la televisión, por un público cada vez menos exigente, hasta convertirse en uno de esos directores de culto, que quiere decir de los que nadie se acuerda hasta que se mueren, como le ocurrió a Arthur Penn, el otro día, el 28 de septiembre, para ser más exactos.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

La vi no hace muchos meses. Buena película sí señor. Jane Fonda...

Ya sabes mi inclinación al cine antiguo, pero he descubierto, me han descubierto algo moderno que está bastante bien: las pelis de Clint Eastwood (más allá del recao que trae). En cocreto he visto Gran Torino y Mystic River, buenas las dos, aunque me quedo con la primera.

Y de antiguo os recomiendo una gran película, más grande que la caja torácica de Robert Mitchum, que cómo metía tripa eh, tenía una cara de tortuga el hijo de puta..., es "Estación Termini" del gran Vittorio de Sica.
Ricky

J. Oliva dijo...

Eastwood es uno de los directores favoritos de Mari, te recomiendo Million Dollar Baby, a nosotros nos encantó, no así Gran Torino, no sé. Cierto que el conservadurismo del bueno de Clint...
No he visto Estación Termini,me la apunto, y me reviso al gran Mitchum, realmente grande, ahora que lo dices...
Un abrazo