jueves, 14 de octubre de 2010

RICHARD MANUEL IS DEAD

Hi ha d'haver un lloc més enllà dels noms, de les estacions, de les vegades que vam dir més enllà i ens vam prometre no tornar a repetir paraules com Barcelona o Dimarts o torna aviat, un lloc en el que aquest horrible passadís de Plaça Catalunya, entre l'1 i la 3, acabi, exactament, sota de l'aixeta que degotava tan hipnòtica, tan tendra, se't va ocórrer, la matinada en la qual vam saber que Richard Manuel havia mort i vam encendre una vela, perquè pensaves que era el correcte, i guardem un minut de silenci interromput, en el segon trenta-tres, per l'alarma del radi despertador i la cendra que em va caure sobre el pijama. I ens vam adonar el 1986 que Richard Manuel havia mort i que, potser, el nostre homenatge arribava una mica tard. Llavors em vas explicar que les estrelles estan totes mortes i que la llum que vam veure al cel la noche anterior va ser l'última llum que algun cos celeste va emetre milions d'anys abans, just abans de morir, i, ja veus, continuem veient-la avui. I em va semblar tan bonic que vaig sentir fred i vaig tremolar mentre deies no et preocupis, i es feia de dia d'a poc, i et vaig preguntar si també tu i jo estàvem morts, i em vas mirar amb aquests ulls de nen, tan bonics.
Un lloc en el qual posar tot això al que no trobo per més que busco desesperadament a la bossa explicant-lo en de seguretat i al cap d'estació, que em demana mostrar-li el bitllet, i posa cara de cap d'estació, mentre els crido, ja sense poder contenir les llàgrimes, que Richard Manuel ha mort.














Debe haber un lugar más allá de los nombres, de las estaciones, de las veces que dijimos más allá y nos prometimos no volver a repetir palabras como Barcelona o Martes o vuelve pronto, un lugar en el que este horrible pasillo de Plaça Catalunya, entre la 1 y la 3, termine, exactamente, debajo del grifo que goteaba tan hipnótico, tan blando, se te ocurrió, la madrugada en que supimos que Richard Manuel había muerto y encendimos una vela, porque pensabas que era lo correcto, y guardamos un minuto de silencio interrumpido, en el segundo treinta y tres, por la alarma del radio despertador y la ceniza que se me cayó sobre el pijama. Y nos dimos cuenta de que Richard Manuel había muerto en 1986 y que, quizá, nuestro homenaje llegaba un poco tarde. Entonces me explicaste que las estrellas están todas muertas y que la luz que vimos en el cielo la noche anterior fue la última luz que algún cuerpo celeste emitió millones de años antes, justo antes de morir, y, ya ves, seguimos viéndola hoy. Y me pareció tan hermoso que sentí frío y temblé mientras decías no te preocupes, y amanecía de a poco, y te pregunté si también tú y yo estábamos muertos, y me miraste con esos ojos de niño, tan bonitos.
Un lugar en el que poner todo eso y que no encuentro por más que busco desesperadamente en el bolso explicándole al de seguridad y al jefe de estación, que me pide mostrarle el billete, y pone cara de jefe de estación, mientras les grito, ya sin poder contener las lágrimas, que Richard Manuel ha muerto.

2 comentarios:

Alejandra Cardeñoso dijo...

Jotaa :)
Que tal te va todo? Tengo ganas de verte, a ver cuando te pasas por Brunete eh? Que lo más que has hecho es pasarte por nuestros respectivos blogs, y eso no está bien :D
Espero que Nico esté guay.
Un besoooooo!
A.

J. Oliva dijo...

Nicolás está genial, gracias. No seas tan cascarrabias, me pasaré por Brunete pero un día que no tengáis clase porque si no me váis a hacer caso... por eso me limito a vuestros fantásticos blogs.