viernes, 4 de julio de 2014


Te recuerdo asomada al puente de piedra, señalando los dibujos que el sol hace en las rocas, gritando, porque el sonido del agua chocaba en los pilares muy fuerte, algo sobre si los peces cambian de color según el caudal, dejándote llevar por el vuelo de una libélula, tan vestido corto y coletas, las bicis tiradas a un lado, nuestras sombras como dos signos de admiración temblando en el agua. Alargué la mano para que mi sombra no se hundiera cuando la tuya desapareciera. "¿Sabes por qué me gusta el agua?" Dijiste. "Porque es el único elemento que no se puede moldear. Porque es libre. Porque se escurre. Porque aunque intentes ponerle barreras se desborda si se le antoja. Porque aunque se evapore luego vuelve, y se filtra, y salpica. No puedes cogerla con las manos. Incluso cuando crees que has atrapado un poco y la bebes, en realidad es ella quien entra dentro de ti. Y a veces te atraganta. Y cuando te atragantas puedes beber un poco más y se te pasa." "Bueno, puedes congelarla." Ya sabes, yo siempre tan pragmático. "El hielo es un estado de ánimo." Sentencias. "Es el agua esperando a que dejes de mirar para volver a escaparse. ¿No te das cuenta de que cuando pones un cubito de hielo en tu bebida y dejas pasar un ratito ya no está?" "Bueno, eso tiene un nombre." "Se llama verano." Dices asintiendo. "Estás completamente loca, lo sabes, verdad?" Y vuelves al río y desvío la mirada a nuestras sombras que siguen alargándose indefinidamente en paralelo y cuando me quiero dar cuenta la tuya ya ha desaparecido y desde el otro lado del puente me gritas: "Vienes o qué?" Y siempre tendré la impresión de que me quedé en el lado equivocado del puente.

-Vale que tengo mala memoria pero, estás seguro de que yo dije todo eso?- Pregunta desde el otro lado de la mesa en donde al final del vaso de tubo un charquito en el que se ha ido convirtiendo el tiempo que ha tardado en contarme de los niños y de ese trabajo que le quita más tiempo del que le gustaría, de su fantástico marido que trabaja por aquí cerca y por eso nos hemos encontrado, esas cosas que pasan en esta ciudad de seis millones de habitantes y distancias que se miden en años.

-Bueno, puede que sea una traducción a mi idioma.- Confieso- Pero más o menos fue así, no?

-No es que sea tu idioma es que es tu mundo.


y ya sabes, es probable que tampoco dijese eso exactamente pero tú me entiendes.









2 comentarios:

Maya dijo...

Toda la vida hablando de fusión y era el verano de los glaciares! Suena agradable, no? Y huele, sin duda, a vacaciones

J. Oliva dijo...

sin duda, en breve nos tomaremos uns vacaciones en las q seguro suceden historias como esta. Me alegro de que te guste.