Era holandesa y tenía el pelo muy corto. Había venido para presentar una película, de unos dieciseis minutos, en la que ella era un arlequín y la script y algo de las luces. Era extremadamente delgada y tenía los ojos más azules que he visto nunca. Había salido de la sala porque no quería verse, dijo como excusa cuando llegué tarde y coincidimos en la puerta y yo dije que el tren, que era la primera vez que venía a este horrible pueblo, algo que debió entender bien, aunque mi inglés tan malo, ya sabes, pero el suyo casi peor. Spinetta, me aclaró sobre una guitarra que se oía dentro. Le ofrecí un cigarro. Era pequeña y tenía una sonrisa preciosa. Quería estudiar interpretación. Nos sentamos en el suelo y le conté que en el corto que proyectaban al final uno de los personajes decía una frase mía. Quise traducirla pero prefirió aprendérsela en español ante mi fracasado bilingüismo. La repitió varias veces riendo. Era bonita a su manera y tenía las manos frías cuando me pasó el cartel de su película. No sé de qué más hablamos. Ni sé por qué me besó. Era como...como de papel y tenía los labios tan suaves que se resbalaban por entre los míos. Dieciseis minutos después volvió a la sala cuando dentro ya aplaudían y salía Maxi que estaba nervioso porque había venido mucha gente y los otros cortos eran, pensaba no sin razón, mejores que el suyo, así que quiso tomarse algo y no volvimos a la sala hasta que ya se habían ido todos.
Ya no me acuerdo de su nombre, algo con la R. Perdí el cartel de su película casi el mismo día. Detrás había escrito su dirección en Beesel. No tenía teléfono. Le prometí que la escribiría.
3 comentarios:
Me encanta! menos mal que vuelves a escribir bien :P
S.
Encuentros fugaces, promesas incumplidas,mano fría,mirada ardiente,beso sin remitente.
Menos mal, Anónimo!
Ramón, cuánto tiempo!!! Echábamos de menos, no sólo tus comentarios, sino tu bitácora. Buen y poético resumen. Así es la vida, no?
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