OTRA MAÑANA

Una taza de café. Remover a la izquierda. Remover a la derecha. Tus ojos en el humo para no hacer ruido. Esa sonrisa. Saber que ahora toca decir alguna cosa sin importancia haciéndote la interesante. Improvisar un silbido antes del cigarrillo. ¿Facundo Cabral? Son y cuarto. Remover a la izquierda. El periódico dice. Mordiéndose las uñas como otra forma de iniciar una mañana en la que ya va siendo hora. Se te va a enfriar. Y, sumiso, otro sorbo sin quitarle los ojos a su escote. Acordarse de aquello urgentísimo que olvidamos y mira que te dije. La mano en la frente. El pelo enredado en eso que llama moño cuando quiere decir qué más da. Su trocito de Madrid asomando por entre los cristales. Un beso. Como llegue tarde...pero otro beso, porque quien suele tener prisa soy yo. Tararea algo que pretende Rolling Stones pero ni por asomo. Tenemos que ir al teatro. Aunque luego no vamos. Entra en trance (y temo que no esté pensando en mí ahora) del que sale con un guiño que me dedica. Otra vez esa sonrisa. Y quisiera ser ese tipo que es capaz de procurar la respuesta correcta, que me bastase decir no te preocupes y que no te preocuparas, capaz de encontrar el sol en la sombra o al menos las llaves en estos bolsillos tan repletos de historias, de sueños, de aquí, de allá, de todo este amor que me da por escribirte justo cuando acabas el café y te levantas de la mesa y me dejas con la palabra en la boca, en la servilleta arrugada y encogida junto a la taza vacía.