jueves, 3 de septiembre de 2009

DE LUNES A JUEVES

Poco importa que no sea lunes, metro de hora punta, seguirte por entre los pasillos y saber que no eres tú, pero lunes en este jueves de retorno, de septiembre, de pasillos hasta que buenos días, ese olor a café con leche de las ocho menos cuarto, esa presencia allá donde pongo los ojos hasta el infinito de pasillos por el que te llamo con los pies golpeando, con la manos como un grito de arañas, con los ojos en los que me reflejo y se reflejan aquellos que te sienten tan cerca como para hacerse uno y todo y nada, como esas piezas de puzzle que encajan a sabiendas de que es el lugar equivocado, y hasta el tiempo equivocado, y hasta los nombres que se confunden y los rostros preludio de otro interrogatorio de nubes, si tal vez, si por esta vez, si ahora que vuelves es para quedarte o lunes de jueves, ser el primero en saludarte, ahora que escondes, ¿cómo decirlo?, el paisaje de los días en que callada, siempre callada, ibas goteando, dos, tres pasos, en los sujetos, en los objetos, en los pasillos de los museos, de los cines, del metro, en los pasillos en los que quedo temblando a veces de frío, y a veces de vos. Entonces es cierto, un cementerio de autobuses, de oficinistas en lectura cotidiana de deportes, de recortes presupuestarios, entonces es cierto, y triste, y jueves de lunes, y todavía te quiero, lo sé, lo siento justo aquí, en esta misma frase, en el preciso momento en que te digo ya no te quiero y dejo que los pasillos sigan con su devoradora costumbre de engullirte de lunes a jueves. Y pensar que mañana, los mismos pasos, saber que no eres tú, que ya llego tarde de nuevo.

Taquillas de metro. Estación Kilburn nº1 (León Kossof)

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