miércoles, 30 de julio de 2008

MY BROWN-EYED GIRL


mar y mar y mar y mar y


Un día llegó como sólo saben llegar los barcos viejos y la nostalgia, así, de a poco, y sin apenas ruido, tal vez unos pasos, un suspiro, un “hola” tan despacio como sus manos sosteniendo el tiempo en las clases de francés, un día de caramelos de menta en la mesita y bastones de septiembre y periódicos gastados, un día en que el mar dejó de ser esa inmensidad que nos separaba del otro lado y fue, en todos los libros, en todas las canciones, en todos los cafés, ese gesto que se disuelve como la espuma bajo la camisa, esos labios de agua que gotean por entre mis labios, unos ojos gerundio en una esquina cualquiera, en la parada de autobús.

¿Sabes esas veces en que pides un deseo y se cumple?

Teníamos quince años y veíamos televisión y leíamos a Gerald Durrell y a Rilke y nos enamorábamos y nos enfadábamos y nos dejábamos de hablar y nos hablábamos de nuevo y pasábamos la tarde en el parque o paseando por el barrio con miedo a cogernos de la mano y compartíamos un helado y nos contábamos lo que habíamos soñado la noche anterior y te escribía poemas horribles y te parecían preciosos y yo, que era más o menos, (a tender lover boy)

un día me atreví,

my brown-eyed girl,

y me dijiste que sí

1 comentario:

Anónimo dijo...

si es que eres un CURSIIIIIIIIIIIII!!!!

:p


http://es.youtube.com/watch?v=RN9NJt8BaSY&feature=related